José Millán

VALOR Y PRECIO. ¿TE TIRAS POR EL TOBOGÁN?

Valor y precio una vez más.
El de un producto, el de un servicio, el que como profesional ofrezco.
Aquello que soluciona un problema o una necesidad y la cifra razonable o no que estoy dispuesto a intercambiar por ello.
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Llaves dentro de la casa, imposible pasar.
Un llanto de bebé que está durmiendo dentro. Una llamada urgente a quién me facilite entrar. Una radiografía doblada quizá. Un movimiento con gracia y «voilà», problema resuelto.
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Una cifra desorbitada que hace un instante accedí a pagar, se torna excesiva superada la urgencia real, lo que ahora pienso. 
Desapareció la premura y descendió el valor. Cuando se apagó el problema desapareció mi miedo.
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¿Precio elevado, bajo o normal?
Simplemente ajustado a resolver una necesidad puntual que me lleva a tomar decisiones rápidas motivadas por deseos.
El valor que tenía poder resolverlo era mil veces más del que percibo ahora con el problema resuelto.
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Hace unos días compartía una cerveza con un amigo fiel.
Charlábamos de planes, de nuestra experiencia y aportación a un mundo necesitado de Valor y que está dispuesto a pagar por ello un determinado precio.
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Surgieron ideas para colaborar. Navegamos un rato en cómo encajar aquellas cosas que él hacía tan bien, dentro de uno de mis varios inventos.
Hablamos de la oportunidad de lanzar varias cañas cuando uno sale a pescar y no esperar a que suene el cascabel, sino de lanzarse a un océano azul lleno de preciosos pescados dentro.
Hablamos de considerar ver las cosas de un modo dispar, abriendo posibilidades nuevas a ese valor tan grande que sentimos nuestro.
Hablamos de insuflar vida e innovación a proyectos que quizá, nunca más saldrían a la luz, ya que habían escrito su punto y final, sin darnos cuenta que la pluma que los debía escribir tenía a su lado un tintero muy lleno.
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Valor es aquello de lo que nos necesitamos llenar, como esa sencilla pluma, para vencer la batalla que nos impide actuar.
Precio será entonces también, esa moneda que escondemos para justificar y que no queremos sacar nunca de un cerrado monedero.
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Aprovechemos el instante cuando surja pues y la oportunidad, ya que el Precio es fugaz y un minuto después por un tobogán descenderá esa cifra y se escapará el dinero.

 

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